13. Los hijos de los Montoneros
La década final del siglo pasado y los primeros años del nuevo siglo ya no sólo
traen memoria construida en la dirección del poder; en la mitad de la tierra surgen
los nuevos montoneros, las nuevas montoneras; resurge el nombre de Rumiñahui
ya no como el ícono militar, sino como el símbolo de la diversidad ocultada por
siglos; resurge el nombre de Alfaro, ya no en labios de quienes han hecho de la
Patria un emporio propio para satisfacer deseos de una élite decadente, sino que
resurge en los machetes que garantizaron la transformación de la Patria, y ahora
vuelven para no dejarse arrebatar las utopías, vuelven para exigir cuentas claras a
los responsables de ésta y de las múltiples traiciones a Patria.
La construcción de la nueva sociedad se aleja de la disciplina militar, de la imposición
de lo homogéneo como fórmula de desarrollo; la construcción de la nueva sociedad
no tiene aún derroteros ni fórmulas marcadas, se está construyendo; pero hay premisas
que se miran en el horizonte: autodeterminación, equidad, solidaridad... dignidad.
El país, y Manabí en particular, está re-definiendo los símbolos, re-valorizando y
re-apropiándose del origen de la historia, volviendo la mirada atrás para re-interpretar
la historia que les fue negada; y el primer símbolo de la nueva patria es la
autodeterminación como sinónimo de soberanía: Alfaro y la soberanía vuelve a
incrustarse en los poros de la gente, vuelve a movilizarlos, y la salida de los
estadounidenses de la Base de Manta es el primer objetivo.
La reconstrucción está en marcha, no se ha logrado aún la cohesión necesaria, pero
la gente ha iniciado el camino, ha puesto en la mesa sus sentires; después de largos
años vuelve a manejar su propia voz, recupera los sentidos de la lucha de sus héroes
y pone de manifiesto su rechazo a las secretas razones de Estado que lo llevaron a
ceder su propia soberanía y la autodeterminación de su pueblo.
La gente ha visto demasiado, ha soportado demasiado; la experiencia les ha dado
sabiduría; ahora sabe que la soberanía no es cuestión únicamente de territorio, la
soberanía es una cuestión personal, que se la pierde o se la gana en su propio
cuerpo, en la aceptación del sometimiento o en la imposición de la férrea voluntad
de ser libres. La soberanía nacional es la soberanía de Manta, pero sobre todo, es la
voluntad de romper los lazos que nos han mantenido atados a símbolos que nunca
fueron nuestros: la magia de los estadounidenses está por terminar.
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